LA GRAN AVENTURA
DE LA FE: JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
La preparación
Durante estos meses previos a la JMJ se han organizado
en las diferentes diócesis catalanas escuelas
de plegaria o jornadas formativas para trabajar las
catequesis preparatorias para afrontar con mayor entusiasmo
el encuentro de los jóvenes con el Santo Padre
en Madrid.
Además de las catequesis, se han celebrado
varias Eucaristías dedicadas a la participación
juvenil para encauzar a los más jóvenes,
aun más si cabe, en la Fe que nos une. La visita
del Santo Padre en noviembre a la ciudad condal ha
sido otro de los motivos e incentivos para motivar
a los jóvenes a participar en las Jornadas Mundiales
de la Juventud 2011.
Los días
previos
Antes
de partir a Madrid, todas las diócesis
del país han acogido a miles de peregrinos
provinentes de otros países camino de
la JMJ. Las diócesis catalanas han acogido
del 11 al 14 de agosto, un total aproximado de
unos 40.000 peregrinos que se dieron cita el
pasado sábado 13 de agosto en el Fórum
de las Culturas de Barcelona para celebrar una
Eucaristía multitudinaria presidida por
el Cardenal Arzobispo de Barcelona, Lluís
Martínez Sistach. Durante estos días,
los jóvenes de las delegaciones de juventud
de cada diócesis han trabajo para acoger
a éstos miles de peregrinos en colegios,
parroquias o en casas de familias acogedoras.
El
viaje
El miércoles 16 de agosto empezaba la
JMJ para los 1.300 jóvenes catalanes.
A partir de las cinco de la mañana empezaban
a arrancar los autobuses desde las diferentes
diócesis catalanas, en el caso concreto
de la diócesis de Terrassa se ponía
rumbo a Madrid a las siete de la mañana;
lo que suponía levantarse como mínimo
casi dos horas antes para revisar que no faltara
nada en la mochila, llegar a la estación
de autobuses y ser puntuales. Aunque el madrugón
era recompensado con la ilusión y las
ganas de vivir una experiencia única.
Durante el transcurso del
viaje, no faltaron las risas, los buenos momentos
y, sobretodo, la oración: Laudes y el
rezo del Santo Rosario. Después de más
de seis horas de camino, la impaciencia por
llegar a San Lorenzo de El Escorial, lugar
donde nos alojábamos, se acrecentaba
y los nervios empezaban a notarse en el autobús.
Sobre las seis de la tarde llegábamos
a nuestro destino; y, así, lo hacía
el resto de la expedición catalana.
La acogida en
San Lorenzo del Escorial
Después de bajar del autobús
y coger nuestras maletas o mochilas, tocaba
instalarse y organizar el lugar donde íbamos
a convivir durante unos días. Concretamente,
estábamos alojados en el Colegio Alfonso
XII, donde las aulas del mismo hacían
de dormitorio para los peregrinos catalanes.
Una vez instalados, a las ocho de la tarde
se celebraba la Eucaristía de Bienvenida
presidida por Monseñor Francesc Pardo,
actual Obispo de Gerona, y delegado del Secretariado
Interdiocesano de Juventud (SIJ); concelebraron
sacerdotes de las parroquias de catalanas.
Durante la homilía de Monseñor
Pardo alentó a los jóvenes catalanes
para que, una vez concluida la JMJ, viviéramos
la Fe igual que lo íbamos a hacer esos
días en Madrid. Nos dejaba caer la pregunta: “Y
después de la JMJ… ¿Qué?” Tocaba
reflexionar sobre aquello.
Finalizada
la Eucaristía, cenamos todos
juntos en la plaza donde nos encontrábamos.
Sobre las nueve y cuarto de la noche, el Teniente
Alcalde de San Lorenzo de El Escorial y demás
autoridades del municipio nos dieron, también,
la bienvenida en un acto donde no faltaron las
palabras de apoyo y la música. Pasados algunos
minutos de las diez de la noche, nos dirigimos
a ver el partido de vuelta de la final de la Supercopa
con el resultado favorable para el Barça.
Al llegar de nuevo
al Colegio Alfonso XII, ya un poco tarde y cansados
de un día con tantas
emociones, nos esperaba una grata sorpresa: ¡La
mochila del peregrino! Esa que habíamos
visto tanto en televisión y por fin iba
a ser nuestra, parecíamos niños.
Luego tocaba hacer cola en las duchas e irse a
dormir para recuperar fuerzas para el día
siguiente.
Jueves, 17
de agosto en Madrid
Sonaba
el despertador (por llamarlo de alguna forma)
a las seis menos cuatro de la mañana.
Mossèn Carles Muñiz, delegado de
juventud de la diócesis de Sant Feliu
de Llobregat, era el encargado de despertarnos
a través de los altavoces que se distribuían
en cada una de las aulas, en las zonas comunes
y en los pasillos del colegio. Cierto es que
era un despertar muy desenfadado y divertido.
No sólo nos despertaba una vez, sino que
se repetía hasta tres veces; eso sí,
con música incluida como en los supermercados.
Quizá éste momento sea una de las
anécdotas más graciosas de la
estancia en Madrid.
Ya
en el autobús y habiendo rezado Laudes,
nuestro responsable nos comunica que esa mañana
teníamos catequesis con el obispo de Terrassa,
Monseñor José Ángel Saiz
Meneses en la Real Basílica de San Francisco
el Grande, destacar que todos los jóvenes
catalanes teníamos catequesis con nuestros
respectivos obispos. La celebración de
la Eucaristía ponía punto y final
a la mañana del jueves en Madrid.
Después de comer, nos dividimos en varios grupos
para recorrer y conocer la capital madrileña.
Era el momento perfecto para hacer una mini-ruta cofrade,
así que decidimos ir a ver la Real Colegiata
de San Isidro donde se encontraban los pasos procesionales
procedentes de Úbeda, Jerez de la Frontera,
Granada y la Hermandad del Gran Poder y la Macarena
de Madrid. Una vez dentro y en la penumbra fresca de
la iglesia, porque fuera hacía mucho calor,
se notaba algo especial en el ambiente: el aroma del
incienso o el olor a cera quemada o pequeños
tallos de flores en el suelo recordaban que alguna
cosa pasaba allí. Sin duda, se estaban dando
los últimos retoques para la Semana Santa de
Agosto, para la Madruga’ más especial
que podamos recordar de aquí en adelante. Os
aseguro que lo que allí se sentía era
mágico y era cierto. Pero tocaba marcharse de
San Isidro y era Ella, María Santísima
de la Esperanza Macarena de Madrid en un besamanos
extraordinario celebrado para la ocasión, quien
te daba su bendición y te regalaba la mejor
de las despedidas.
Sobre
las seis de la tarde llegábamos
a la calle Alcalá buscando algún
hueco cerca de la plaza de Cibeles para el acto
de bienvenida al Santo Padre, a pesar de la multitud
de jóvenes logramos hacernos un sitio
muy cerca del escenario y podíamos ver
todo lo que acontecía allí arriba
sin mucha dificultad. Hasta que el Papa Benedicto
no salió de Nunciatura tuvimos tiempo
de compartir momentos e historias con jóvenes
procedentes de diferentes países, todos
unidos por la Fe. A los sones de “¡Ésta
es la Juventud del Papa!” el Santo Padre
hacía su entrada en la céntrica
plaza de Cibeles, sobre las siete y media de
la tarde, para dirigirse a los dos millones de
peregrinos que habían llegado de todo
el mundo para participar en las Jornadas Mundiales
de la Juventud. Benedicto XVI tuvo palabras para
todos, y nos invitó a fortalecer más
nuestra Fe. El himno de esta JMJ “Firmes
en la Fe” despedía al Santo Padre
mientras banderas de todos los países
ondeaban en la famosa “Cruz” que
se había formado en el centro de Madrid
por todos los peregrinos allí presentes.
Llegaba
el momento de marcharse e intentar coger el metro
para volver al “Intercambiador de
la Moncloa”, cenar y subir al autobús
de regreso a San Lorenzo de El Escorial.
Viernes, 18
de agosto en Madrid
Volvía a sonar nuestro particular despertador
sobre la misma hora del día anterior
ya que a las ocho de la mañana salían
los autobuses dirección Madrid. Personalmente,
fue uno de los días más esperados
durante meses, una jornada histórica
iba a dar comienzo en pocas horas en el Paseo
de Recoletos.
Una vez llegamos
a Madrid, cogimos el metro y nos dividimos
en diferentes grupos. Lo tenía
claro, dirección parada de metro SOL.
Cuando salí del metro, os puedo asegurar,
que el aroma a incienso y la cera de algunos
cirios de los traslados de la noche anterior
ya estaban presentes en la capital madrileña;
empezaba a reconocer objetos conocidos: trajes
de chaqueta de color negro, alguna que otra
mantilla, medallas de Hermandad prendidas del
cuello, costales y fajas liadas, alguna vara
que se había olvidado en el templo,
etc. Todavía reaccionaba y podía
mediar alguna palabra; pero al llegar a Cibeles
y ver el palio de María Santísima
de Regla Coronada ya no supe que decir; tan
sólo el silencio de la oración
fue lo que embriagó ese momento tan
mágico y tan especial. A partir de aquí,
empezaba nuestro particular Vía Crucis:
rezando en cada estación, observando
la imagen, disfrutando del ambiente y, sobretodo,
compartiendo una misma Fe a través de
una gran expresión que es nuestra Semana
Santa.
Aquella
mañana la pude compartir
con amigos y conocidos del pueblo de mi abuelo materno,
Alcalá de Guadaíra, y procedentes de
otras ciudades. Era curioso, y bonito a la vez, ver
a diferentes grupos de jóvenes, fueran o
no cofrades, disfrutando de nuestra forma de vivir
la
Semana Santa.
Después de comer, volvimos
a Cibeles para intentar conseguir un sitio donde
pudiéramos ver al Santo Padre presidiendo
el acto. Como siempre y de manera puntual, hacía
su entrada Benedicto XVI en la plaza de Cibeles;
donde, pocos minutos más tarde, se hacía
el silencio para iniciar el rezo del Vía
Crucis. Momentos muy emotivos cuando la “Cruz
de los Jóvenes” iba pasando por
delante de cada uno de los pasos, las lecturas
de las estaciones y, no podemos olvidar, la música
donde a todos nos sorprendió la saeta
que se cantó. Todo un conjunto bien organizado
que dio lugar a que las lágrimas fueran
las protagonistas de la última oración
dedicadas a María. En resumen, un Vía
Crucis histórico, insólito, curioso
pero profundo y emotivo dentro de un ambiente
cofrade que hará que lo recordemos siempre.
Pasadas
las once de la noche daba comienzo la procesión
de aquella Madruga’ histórica; muchos
curiosos y cofrades de toda España se dieron
cita en Madrid para tomar alguna instantánea
que perpetuará lo que se pudo vivir durante
aquellas horas de regreso a los templos y sedes
de acogida.
Sábado,
19 de agosto en San Lorenzo del Escorial
Amanecía el día claro y soleado
sin apenas nubes, eso era lo que veíamos
por la ventana ya que pudimos dormir alguna
horita más porque ese día no
bajamos a Madrid. A las ocho y media de la
mañana rezábamos Laudes delante
de la Basílica de San Lorenzo del Escorial,
a las nueve desayunábamos y a las diez
teníamos la Celebración del Perdón,
donde muchos jóvenes catalanes nos confesamos
antes de la Eucaristía en la Basílica
del Monasterio. Otro momento a destacar de
esta gran aventura, es el momento de las confesiones
de los jóvenes catalanes, pues no eran
simples confesiones sino que era una conversación
entre dos amigos que se cuentan sus cosas,
sus problemas, sus inquietudes y sus pecados;
un momento de proximidad entre la iglesia y
sus jóvenes.
La Eucaristía en la Basílica de San
Lorenzo de El Escorial fue presidida por Mossèn
David Compte, Vicario General del Obispado de Vic;
donde su homilía fue muy amena y divertida,
reconfortando a todos los jóvenes estábamos
allí presentes y animándonos a seguir
viviendo esta experiencia a pesar del cansancio que
teníamos, pues todavía necesitábamos
fuerzas para aguantar la noche en Cuatro Vientos
y el camino de vuelta a casa. Después de la
Eucaristía, era hora de comer y de recoger
nuestras cosas para salir hacía Cuatro Vientos
sobre las cinco de la tarde.
Cuatro Vientos
Pasadas las seis y media
de la tarde llegamos al destino marcado.
Nos esperaba un camino
de arena (me acordé de los peregrinos
que hacen el camino del Rocío) pero
debido a la gran cantidad de gente que iba
llegando cada vez se levantaba más polvo
y era imposible ver con claridad; en este momento
las banderas que ondeaban eran imprescindibles
para saber por donde había que moverse.
Una
vez instalados en la zona que nuestro responsable
nos indicó, fuimos
a inspeccionar el terreno e intentar conocer
gente hasta la hora de la llegada del Santo Padre
y el comienzo la Vigilia de Oración; otro
de los actos más bellos de la JMJ. Cuando
la Custodia, procedente de la Catedral de Teruel,
apareció en el escenario el silencio era
aun mayor y no se escuchaba nada, tan sólo
la lluvia y el crujir del viento que rompía
aquella sensación de intimidad y recogimiento
ante el Santísimo.
La despedida
Último
día de la Jornada Mundial de Juventud.
Después de una noche inusual y pasando
frío, sobre las siete y media de
la mañana nos despertaban para prepararnos
para la celebración eucaristía
y rezar Laudes, para seguir con una animación
musical. A las diez de la mañana,
se iniciaba la Eucaristía presidida
por el Santo Padre y concelebrada por miles
de obispos y sacerdotes de todo el mundo,
finalizaba el acto con el traspaso de la “Cruz
de los Jóvenes” a la ciudad
de Río de Janeiro (Brasil) donde
se celebrarán las próximas
Jornadas Mundiales de la Juventud en el
año 2013.
Sobre las
doce del mediodía, arrancaba el autobús
dirección Terrassa. Atrás dejábamos
miles de experiencias positivas, de vivencias imborrables,
de momentos para el recuerdo y de nuevas amistades
que surgieron durante esos días en Madrid. Llegamos
cansados, muy cansados pero lo que si os puedo asegurar
es que llegamos renovados de espíritu y fortalecidos
en lo que creemos. En definitiva, llegamos arraigados
y edificados en Cristo; pero, sobretodo: FIRMES EN
LA FE.
Texto y Fotografías:Elisabet
Mendoza López
Vocal de Juventud del Consejo General
de
Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis
de Barcelona
Del 17 al 21 de agosto