Pronunciado
por Elisabeth Mendoza López
Barcelona, 27 de febrero de 2010
Iglesia de Sant Jaume
PARTE I
Por mi mente pasan aquellos recuerdos de niña
cuando te vi por primera vez. Como si de un cuento
de niños se tratara me contaron que te llamabas
Jesús de Nazaret, que cargabas una Cruz como
castigo por algo que no habías hecho y que
de tal cansancio dormías en el regazo de tu
Madre; esto es lo que a mi contaron con apenas cuatro
años, y son pocos los recuerdos que me quedan…
No supe nada más de ti hasta pasados unos
nueve años, camino de la Capilla del Carmen,
en esa estrecha callejuela dónde me estabas
esperando, parecía que me llamabas y cada
vez te sentía más fuerte.
Frente a frente, junto a tu casa, esperando a que
el reloj marcara las cinco de la tarde. Sonaron las
campanas, y el portalón del templo se abre.
Se asoma la Cruz de Guía y los primeros nazarenos;
para minutos después descubrir que había
ido a tu encuentro.
Tarde de Domingo de Ramos inocencia por las calles
niños con palmas y palmones entre rosarios
y varales yo sentí como mi alma se fue haciendo
cofrade
Y al pasar un año: otra Semana Santa venidera.
Y cautiva de tu rostro me he quedado para vestir
túnica nazarena la noche de un Miércoles
Santo al llegar la Primavera.
PARTE II
Señor Presidente del Consejo General de Hermandades
y Cofradías de la Archidiócesis de
Barcelona y miembros de este Consejo. Ilustrísimas
autoridades. Representantes, Presidentes y Hermanos
Mayores de las diferentes Asociaciones, Hermandades
y Cofradías aquí presentes. Señoras,
señores, cofrades y amigos todos.
Son tantos los agradecimientos y dedicatorias que
espero que no se me olvide ninguna ni me olvide de
nadie. Tantas muestras de cariño y apoyo recibido
durante estos últimos meses y que han sido
el aliento para que hoy esta joven pregonera se estrene
por primera vez. Ante todo, agradeceros a los que
hoy estáis aquí compartiendo estos
minutos conmigo y haceros partícipes de mis
sentimientos y de mis vivencias cofrades. A mi familia
y amigos; pero, en especial, a mis padres, quienes
han tenido la Santa Paciencia de aguantar un sin
fin de correrías cofradieras, y que a pesar
de todos los errores que he podido cometer, siempre
han estado ahí para apoyarme y enseñarme
el camino correcto. A Manuel Zamora y a Nuria, su
mujer, y a sus hijas Elena e Irene; quienes me han
abierto las puertas de su casa desde el primer día
y han compartido conmigo tantos y tantos momentos
que no hay palabras para agradecer tanto cariño
y tanta dedicación. Una mención especial
a las Hermandades que me han enseñado cada
detalle de su particular Semana Santa: Macarena,
Angustias, Soledad, Cristo de la Paz o Cautivo de
Mataró. A mis compañeros de la Coordinadora
y a todos los jóvenes de las diferentes Hermandades
y Cofradías; a Rafa, quien ha tenido el deber
de presentar a esta humilde pregonera, gracias por
tus palabras tan llenas de cariño y de buenos
deseos; y a la Agrupación Musical de la Cofradía
15+1 de Hospitalet de Llobregat, por interpretarnos
magistralmente la composición de López
Escalante titulada “Presentado a Sevilla”.
Pero mi mayor deseo y mi mayor dedicatoria, es hacer
que este Pregón sea de todos los cofrades,
que de una manera u otra, hacemos posible que la
llama de la Semana Santa siga viva en nuestros corazones
todos los días del año.
Pero permitidme que este Pregón, se convierta,
también, en un pequeño homenaje a dos
personas que hoy no podrán sentarse en uno
de estos bancos, pues ya no están entre nosotros.
A José Manuel Olivero Orozco, queridísimo
Pepe, quien me enseñó a querer a mis
Titulares como bien se lo merecen; y a mi tía
María, ahora sentada junto al Señor
del Soberano Poder quien cada Sábado de Pasión
se asomaba a las puertas de su casa para verle.
Sé que
desde allí, estáis velando porque hoy
todo salga bien, según lo previsto; pero yo
os confieso que se sienten muchos nervios y que desde
el mejor balcón que existe, que no es otro
que el Cielo; espero de todo corazón dejaros
mi mejor recuerdo.
Recuerdos de una Alcalá panadera que me enseñó lo
que es la Semana Santa y que a día de hoy,
en la provincia eclesiástica de Barcelona,
continuo mi formación como cofrade al son
de las chicotas de nuestras Cofradías y Hermandades,
que hacen posible que el Señor y su Bendita
Madre caminen por las calles de sus pueblos y ciudades.
Iglesia que evangeliza con la sencillez del pueblo;
con la misma sencillez y humildad con la que sus
hermanos realizan Estación de Penitencia,
cada año, llevando nuestra Fe allá donde
haga falta.
Ya se escucha el rumor de la algarabía de
la música, el bullicio de las gentes, el rachear
de las zapatillas, rosarios que juegan entre varales
de plata, ya huele a incienso, y se escuchan las
risas de los niños que abren el tímido
cortejo de la Semana Santa, esos son los pequeños
detalles los que hacen grandes nuestros días
Santos.
Porque son los pequeños detalles los que nos
hablan del Amor de Dios, y los que escriben con emoción
este texto; que nos anuncia lo que está por
venir, lo que ya conocemos todos, y lo que hemos
visto y sentido año tras año. En la
intimidad de la noche y bajo el influjo de las sobrias
marchas se escribe el Pregón, tan lleno de
verdades y de vivencias cargadas de Fe. Este Pregón
no es sólo mío, sino de cada uno de
vosotros aquí presentes y que compartís
el mismo Sentimiento; por eso, sentir como propio
cada verso, cada palabra porque sois vosotros y no
yo, los pregoneros de la Semana Santa.
PARTE III
Hay una figura muy importante en la Semana Santa,
tan conocida y tan familiar, y que muchas veces no
le damos la importancia que se merece. Ellos son
el alma de la Hermandad, quienes le dan vida y sin
ellos o ellas no habría cofradías;
no estoy hablando de imágenes, ni de costaleros,
ni de pasos, ni de enseres; sino de anónimos
nazarenos. Esos hermanos que se revisten de Cristo
para acompañarlo cuando va cautivo y maniatado,
camino del Calvario, clavado en la Cruz, muerto o
sepultado. Ese hermano o hermana que cada vez que
abre el armario se encuentra con su túnica
y le llegan aromas de una primavera pasada; este
es el sentimiento que quiero compartir con vosotros:
que se siente debajo de un antifaz.
Los días se cuentan al revés, y no
ves el momento oportuno para volver a sacar la túnica
que un año lleva colgada en esa percha. Se
lava, se cose y se plancha; y se vuelve a dejar en
el mismo sitio dónde estaba. Los días
se marchan y con ellos la espera de todo un año;
se empieza a preparar la botonadura, los guantes,
el cíngulo y el esparto, la papeleta de sitio
y la medalla de Hermano.
Llega el momento de abandonar aquel lugar, y el hermano
nazareno empieza a vestirse con la seriedad y la
importancia que requiere el momento. La túnica
se funde con el cuerpo, como si fuera su propia piel
y el antifaz se desliza por el rostro, empezando
así un nuevo anonimato. El nazareno sale a
la calle, dejando la puerta cerrada tras de sí,
y buscando el camino más corto; empieza a
andar deprisa y en seguida se le unen más
hermanos. Un pequeño tirón en la túnica,
hace que detenga el paso: dirige su mirada hacia
el suelo, y se encuentra con un pequeño ángel,
tiene la mano extendida y le dice:
-¿Nazareno,
tienes almendritas?
El hermano nazareno retoma su paso y prosigue su
camino prometido, el Padre le invita a pasar a la
penumbra fresca de la Iglesia; lleva un cirio en
sus manos, pues es el mejor estandarte para anunciar
tu llegada. Se coloca en su sitio, el Hermano Mayor
da la venia y se abren las puertas del templo. Se
dispone el antifaz, el sol ha salido para acompañarle;
y todo está listo para realizar estación
de penitencia:
Son los más pequeños los encargados
de anunciarnos que el Señor ha bajado desde
el Cielo, repartiendo alegría y bondad por
las calles de nuestros pueblos. Nos lo encontraremos
en Badía, en Santa Coloma, en el Prat, en
Castelldefels, en L’Hospitalet y en las propias
Ramblas de Barcelona, una mañana de domingo
para bendecir nuestras palmas o nuestras ramas de
olivo. Algarabía infantil que en los brazos
de sus mayores, y con los ojos bien abiertos, buscan
y rebuscan la pequeña burrita que se alza
sobre el canasto del paso. Hoy el Señor ha
querido estar con sus niños, ha venido a buscarlos,
a cogerlos de la mano y enseñarles la humildad
de todo buen cristiano. ¡Dejad que los niños
se acerquen a mí, que yo seré la enseñanza,
que aprendan de mi verdad y que tengan esperanza:
porque de los niños es la Semana Santa!
Y es precisamente desde la ilusión que emana
de la inocencia de un niño, desde donde yo
os quiero explicar los momentos que cautivan en las
diferentes Semanas Santas de nuestra provincia. Momentos
como el que cada Jueves Santo se vive en Sant Vicenç dels
Horts, cuando la angustia del Señor de la
Salud rompe el silencio de la noche; ya queda poco
para que otro año llegue al puente, donde
se mezclará con su buena gente para darnos
la Bendición bajo la fría luz de la
luna, que lo observa avanzar junto a su Madre.
Del
mismo modo y a la misma hora, en Santa Coloma de
Gramenet, la Hermandad de la Vera Cruz, creada en
el seno de la Colonia Egabrense, saldrá de
la Iglesia Mayor para tener su encuentro anual con
un pueblo que quiere consolar a María, que
a los pies de la Cruz de su Hijo, está doblada
de dolor.
La misma noche, Martorelles enmudecerá al
ver pasar la Procesión del Silencio; cuando
veamos a Jesús Nazareno y la Virgen de los
Dolores caminar, al son de los tambores y las trompetas
dels Armats. Silencio que reinará también
en Badalona, en el Dalt de la Vila, cuando 14 pasos
en escrupuloso Vía Crucis avanzarán
entre antorchas y el único ruido del caminar
de los participantes, y ya son casi 400 años
que lo llevan haciendo. El corazón roto por
el sufrimiento me guía hasta el Prat, pueblo
que se echa a la calle para arropar a Jesús
Crucificado y su Santa Madre que van consolando a
su paso a todos los que le ven. También, será un
hervidero Sant Boi de Llobregat, cuando Jesús
de la Agonía y la Virgen de los Dolores queden
abrumados por saetas que salen espontáneas
de fieles, y que llevan un año esperando,
para dedicárselos a los auténticos
reyes del barrio de Camps Blancs. Mientras, en Badía
del Vallés, veremos a Jesús cargando
con su Cruz, siendo Nazareno, y acompañado
por su Bendita Madre, abatida por el dolor.
En ese
mismo instante, en Sant Adrià del Besós,
el Señor saldrá a la calle clavado
en su Santa Cruz, agonizante y anunciando su Buena
Muerte.
Siempre le acompaña su Madre Dolorosa,
destino de los rezos de la gente, del popular Barrio
de la Mina. Igual que es otra Dolorosa la que se
lleva los rezos de la devota Montcada, que el Viernes
de Dolores abre las procesiones de la provincia junto
con Mataró; cuando al caer la noche, Ella
que sabe de penas, ha venido a buscarme y en su manto
me acoge, en su mirada yo me duermo, parece que el
tiempo se pare; pues no quiero despertar de este
maravilloso sueño…
Y es en medio del sueño donde me inunda la
Paz y siento como un capataz me llama. Me froto los
ojos y veo que es el Cristo de la Paz quien me invita
a entrar en su casa. Quiere que le acompañe,
que vuelva a ser niña y que disfrute como
lo hace aquel nazareno que por vez primera se enfunda
un capirote y se queda a solas con su Cristo. Me
quedo a tu lado, quiero ser tu compañía
y aliviarte el dolor de todos nuestros pecados; que
por culpa de ellos, te ves atado de manos. Dime Jesús
Cautivo, cómo quitarte las cuerdas para calmar
la pena de esa Madre que consuela; siendo yo su pañuelo
para secarle las Lágrimas y calmar el llanto,
que tantas veces le amarga. No me separo de ti, me
dejas ser tu Cirineo, caminamos juntos hacia el Calvario
pues ya se acerca el momento. Clavado en tu Cruz
te miro a los ojos y me dices con amor que libraste
al mundo de sus pecados. Ya escucho a tu Madre, poco
a poco se va acercando y el ambiente se llena de
Paz, alivio que anhela musitando. Le vence el cansancio,
el Señor está dormido… ¡No
mecerlo costaleros! ¡Qué no se escuche
ni un ruido! La tarde se llena de silencio, el luto
hace presencia, y a su Madre Dolorosa apenas le quedan
fuerzas para soportar el encuentro en la Plaza de
Juan XXIII, teniendo como testigo a todo Castelldefels.
Durante los días de Semana Santa, el tiempo
se detiene: apenas dormimos y todo lo que vemos nos
parece un sueño, un sueño del que no
queremos despertar. En el fondo, todo aquello relacionado
con el mundo de las cofradías es como un sueño,
que nos transporta a momentos mágicos donde
pierdes la noción del lugar, del tiempo y
hasta del motivo por el cual estás allí.
Momentos mágicos como el que viví hace
tres meses junto a un grupo de almas costaleras provenientes
de Mataró. No sabría distinguir entre
lo que fue sueño o fue realidad. Parecía
que fuera tarde de viernes, pero era una fría
mañana de diciembre. Parecía ser primavera,
pero era otoño caduco y emergente invierno.
No sabía si estaba en Mataró o tal
vez estaba en Barcelona. Sólo sé que
eras tú, Madre mía, quien estaba junto
a mí, pues el peso de tu amor pude sentir
en mi hombro, al poder llevarte: Reina Inmaculada,
Señora de los Dolores por las calles de Barcelona.
Siguiendo la senda que me marca el corazón,
voy a buscarte por un camino de cera… ¿Dónde
estás Maestro? Te veo allí, a lo lejos,
al acabar una larga fila de nazarenos. ¿Vas
con túnica morada o es una túnica blanca?
Llevas las manos atadas con las cuerdas de mis pecados,
la espalda flagelada, te puse corona de espinas,
tú cabeza va inclinada y llevas potencias
divinas. Quiero saber mi Cautivo como quitarte las
cuerdas y no sé de qué manera, pero
me dices que con amor se abren todas las puertas;
teniendo Fe y Caridad con todo aquel que pasa; ya
seas de cualquier lugar o seas de cualquier raza,
ya sea en Mataró, en Alcaudete o en Alcalá;
entre Santa María, San Pedro o San Sebastián:
tan sólo estás tú, Cautivo;
Señor, de las manitas “amarrás”.
Manitas que cada año, a media tarde del Domingo
de Ramos, son amarradas en la Plaza de Santa María
de Mataró; y que luego, cuando la luna ya
me sirve de compañía, las iré a
buscar. Tus nazarenos ya han subido, la gente esperando
está; todo está listo para el gran
momento; y el rito se repetirá un año
más… Tus costaleros preparados para
sentir la mayor satisfacción: que es ver a
Jesús Cautivo subiendo las Escaletas de Mataró.
Esa Mataró que días más tarde,
vendrá a esperar a Jesús. Señor
aquí tienes a tu pueblo mataroní esperando
a ser Cirineo y subir contigo hasta el Calvario,
para compartir el martirio de tu Cruz. Ve como se
acerca María, ella es la Esperanza que nos
queda, es la luz que nos guía, Madre y Celestial
alteza, es la cera que nos alumbra y es el Cielo
que consuela; pero seguirás siendo Reina,
aunque la noche sea Nazarena. A la vuelta del drama
del Calvario, María buscará la compañía
de su pueblo; aún se siente sola pues acaba
de perder a su Hijo amado. Lo volverá a encontrar,
cuando lloren las cornetas y se escuchen los tambores
redoblar, va camino del sepulcro; pues ya lo van
a enterrar. Y lo volveremos a ver y a sentir una
vez más, viviremos una nueva Pasión
al pasar la Procesión General por las calles
de Mataró.
Al igual que Mataró, también Hospitalet
despierta de un largo sueño, amanece con olor
a incienso, y se ven capirotes apuntando al Cielo;
suenan marchas de fondo y es la alegría la
que inunda nuestros corazones… camino de la
plaza de la Bóbila, es Jesús quien
avanza rodeado de pequeños nazarenitos. Pocas
horas después, a su pueblo será entregado,
viene preso y maniatado; Cautivo y desolado, o con
la Cruz al hombro para salvar al mundo de sus pecados.
Una noche fría te veremos expirando, sin fuerzas
y sin aliento, todo está acabado; María
llora, en silencio, la muerte de su Hijo, dolor y
tristeza del cristiano. Y volveremos a escuchar la
música, que cambió las solemnes marchas
por los compases más alegres; Jesús
ha resucitado y su Madre así lo agradece,
poniendo el mejor Remedio: que es el amor, en nuestros
corazones.
Es el mismo amor
que me embelesa cuando abro la ventana y me asomo
a la Plaza Vieja del Vendrell;
el mismo amor, que hace que una soleada tarde acompañe
al Señor con una túnica elegante. ¡Gran
misterio que esconde el día! ¿Qué hay
en el Salvador que se respira a Utrera? Son sus Penas,
las que anidan en mi corazón. Avanzad poquito
a poco, no perder esa ilusión, que llega el
Rey de Reyes y lo esperan con devoción. Y
el Consuelo, ¿Dónde está? El
Consuelo estos versos que le dedico al pasar:
El Tancat es un hervidero, el alma ya presta está a
sentir junto al Vendrell esta Gloria Terrenal. Qué viene
llorando su Pena y al Salvador subirá y por
Muralla se huele un jardín que en flor está. ¡Qué ya
llego la Madre a casa, que ya no hay pena ni quebranto,
sino el mayor de los anhelos, cuando te miro a la
cara, mi Señora del Consuelo!
Parece que es Viernes
Santo y he venido a verte a tu casa, pero no hay
luto, ni tristeza en Llefià,
pues no estamos en Semana Santa. Te veo muy bien
acompañada por San Juan y la Madalena, junto
con todos tus Hijos que son los que te rezan. Vienes
vestida de hebrea, y tu Hijo yace a tus plantas;
Señor de infinita Misericordia que esperas
el Perdón del Padre. Tú saliste aquí a
buscarme y me ofreciste tu casa, para aliviar mi
caminar y descanso en tu mirada… pero, se me
ha hecho tarde, y ya tengo que marcharme; a proseguir
mi camino de vuelta y a no olvidarte.
Hasta luego Madre buena hasta luego Soledad, despídeme
de tu Hijo que no lo quiero despertar. No llores
mi Virgen Santa, me marcho con ilusión, al
saber que en Badalona te esperan con emoción.
Que al tenerte cara a cara y acogerme con tu manto,
aunque fue domingo por la tarde, soñé que
era Viernes Santo.
De cuantas maneras y con cuantos nombres se llama
y me llama la Madre de Dios. Dolores, Soledad,
Lágrimas, Angustias, Esperanza o Macarena,
pero no sólo nombre de Penitencia sino de
Gloria. Una vez que Jesús Resucitado se
encuentre con su Madre en la plaza del Reloj, Madre
e Hijo volverán los dos a la Parroquia de
San Juan Bautista de Santa Coloma, donde el año
pasado recibí la Confirmación, y
allí empezaremos a vivir la Gloria de la
Pascua y serán otras advocaciones las que
se dispongan a recoger los rezos y súplicas
de sus fieles. Así tenemos Merced, Gracia,
Montserrat, Sierra, Valvanera, Antigua, Bien Aparecida,
Guadalupe, Fuensanta, Coronada o Cabeza, pero sobre
todo en estas tierras Rocío. Rocío
da nombre a 23 de nuestras Hermandades, las cuales
harán su peculiar estación de penitencia
un mes y medio más tarde. Unas lo harán
a Montcada y otras lo harán a Almonte, pero
unas y otras procesionarán cambiando capirotes
por sombreros y las saetas por sevillanas. Hospitalet,
Santa Coloma, Badalona, Mataró, San Adrian,
Cerdanyola entre otras irán a Montcada,
y Garraf, Sabadell, Cornellà y Barcelona
lo harán a Almonte, llevando con ellas los
rezos del mundo cofrade de esta tierra.
Precisamente en esta iglesia donde tiene su sede
la Hermandad Filial de Nuestra Señora del
Rocío de Barcelona, que se encuentra en este
año 2010 celebrando su 40 aniversario, también
tiene su sede una de las dos hermandades de penitencia
de la ciudad de Barcelona: la Hermandad y Cofradía
de Nuestra Señora de las Angustias.
Las puertas del Cielo
se abren, cuando al posarse el sol se escucha un
leve sonido que me pellizca
en el corazón. Me acerco para ver qué pasa,
y es la llamada de un martillo la que me guía
hasta San Jaime, donde hoy nos encontramos. Suenan
las trabajaderas, se ajustan los costales, se abren
las puertas del templo y avanza el paso hasta la
calle. Ya llega María, llena de pena y dolor,
trae a su Hijo en sus brazos, muerto por una traición.
El Señor descansa en paz; Señor humilde
y misericordioso y Angustias, Madre Celestial; sigue
andando Madre buena, pues te esperan en la Catedral.
Horas antes, un rumor de corazones agitados e intranquilos
se escucha dentro de la Parroquia de San Agustín.
La tarde quiere saber quien se esconde tras las puertas
de esa bendita casa que borra el mal y lo aleja.
La tarde quiere jugar a ser varal de plata para poder
ser la luz que refleja tu mirada. La tarde quiere
saber: ¿Quién es bella azucena Inmaculada? ¡Eres
tú mi Madre buena, quién me llena de
Esperanza! Es la esperanza del cristiano la que nos
llama a acompañarte, pero hoy Madre, espero
que puedas perdonarme: no puedo ser tu nazareno,
sino el Cirineo de tu Hijo. Aquel que tiene la tez
morena, custodiado por cuatro faroles, y avanza decidido
hacia el Calvario para cumplir con lo escrito; es
el divino caminante de San Lorenzo. Señor
del Gran Poder bendito que cargando con tu Cruz tuviste
que ser nazareno para salvar al mundo entero; pero
tu Madre… hermosa flor de la mañana,
no es nazarena, sino catalana y sevillana, y su nombre:
Macarena.
Ha caído la noche, ya es de madrugada y vamos
de vuelta a casa, de recogida. La Cruz de Guía
ante las puertas del templo, la cera está cansada,
los faroles están dormidos, los costaleros
callados y los nazarenos abatidos.
Voy apagando el
cirio, he cumplido mi promesa y es la llama de la
nostalgia la que ahora se ha encendido. Vuelvo a
la misma penumbra fresca de la Iglesia, pero ahora
con menos luz y espero desde un rincón, aferrada
a mi capirote, a que entren todos mis hermanos: pequeños
y mayores. Entran los nazarenos, los ciriales, el
paso de Cristo y sólo falta el paso de la
Madre. Son los momentos más emotivos, pues
todo está consumado y se acerca la más
dolorosa de las despedidas. El cansancio me vence,
las lágrimas me invaden el corazón
y todo enmudece. El silencio se hace inmenso que
se ve roto por la llamada del capataz: ¡Al
Cielo con Ella! Y tan sólo queda el suspiro
de la última levantá. Hoy, en mi particular
estación de penitencia, el martillo ha vuelto
a sonar y todo indica que el Pregón está llegando
a su final. Suena la última marcha, es la última
chicotá; las bambalinas del palio de mecen,
y cortan el aire al pasar. Qué la Madre no
despierte, que no vea a su pueblo llorar; pues las
distancias se acortan… y las puertas del templo
se han vuelto a cerrar.
¡Quiero empezar a soñar
de nuevo! ¡Dejadme contar el tiempo atrás!
Pero el mejor regalo para este nazareno… ¡Es
este gran recuerdo de Hermandad!