PREGÓN DE LA JUVENTUD 2011

Pronunciado por Julián Muñoz Expósito
Barcelona, 19 de Marzo 2011
Iglesia de Sant Jaume

Sr. Delegado Diocesano de HH y CC

Presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de Barcelona, Don Manuel Zamora, y miembros del consejo.

Manel Galindo, representante del Excelentísimo Ayuntamiento de Barcelona.

Julio Ríos, presidente de la Federación de Casa Regionales de Cataluña.

A la Cofradía 15+1, su presidente Miguel Herrero, nuestra Agrupación Musical y a todos los hermanos por acompañarme.

Junta de Gobierno de la Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, Hermana Mayor Mercedes Pascual, Antonio Reina y capataz Bejarano, Rafael Suárez y compañeros de la gran cuadrilla de Nuestra Señora, devotos de la hermandad.

Hermanos mayores, presidentes, hermanos y devotos de hermandades y cofradías que hoy nos acompañan, y todas aquellas que por motivos ajenos no han podido estar presentes.

Coordinadora de la Juventud Cofrade de Barcelona, a mi presentadora y presidenta, Elisabeth Mendoza, y al resto de miembros de la entidad.

Al público hoy presente en la Iglesia de San Jaime, mil gracias.

Antes de comenzar, y debido a cambios en la última semana, y a veces a lo injusta que es la vida, me he visto obligado a modificar el pregón a última hora. Hoy el pregón se lo quiero dedicar a un familiar que está pasando por una situación bastante grave y crítica de salud, a mi tío, Francisco Muñoz Prados. Es por ello, os quiero pedir por favor, nos pongamos todos en pie, y le dediquemos una oración, la oración del Padre Nuestro, por mi tío, por mi padre, y por todos los familiares o amigos difuntos o enfermos que hoy no pueden estar presentes.

“Padre Nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”
- Amén -

Cuando recibí la invitación de parte de Don Manuel Zamora, Presidente del Consejo, para pregonar por la juventud cofrade de Barcelona, lo tengo que reconocer, me cayó como un jarro de agua fría, no, congelada. Vivía unos días de tranquilidad, pues acababa de aterrizar de mi viaje de novios por tierras mejicanas, a la vez que preocupado por mi situación y futuro laboral. Yo hoy esperaba estar sentado ahí, con vosotros, con mis compañeros, y disfrutar del pregón de un buen amigo cofrade, del Sr. Antonio Orellana. Es por ello que le pedí unos días de reflexión, y menos mal que la respuesta fue positiva, pues gracias a éste pregón, he viajado de nuevo a mis comienzos en el mundo de las cofradías, a la vez de curtirme más si cabe. Fue un 5 de agosto del año pasado, aún lo recuerdo, cuando se hizo pública y oficial la noticia en la Web del Consejo, a pesar de que muchos eran ya los versos que llevaba escritos en mi corazón. Ahora, sólo me resta por infinita vez, darle las gracias al Señor por haberme dado la oportunidad de estar hoy aquí presente.

Me gustaría intentar con éste humilde primer pregón, haceros participes y llevaros a mi particular mundo cofrade. Tampoco hace falta que me remonte muchos años atrás para explicaros mis primeros pasos en el mundo de las hermandades, a pesar de que lo llevo en los genes desde el momento de nacer.

Hijo de padres catalanes, pero descendiente de raíces sevillanas (La Roda de Andalucía) y cordobesas (Cabra), no es de extrañar que el pregonero se desviva por la imagen de María Santísima y el sufrimiento de su Hijo.

Allá por el año 1992, con 6 años, tuve mi primera toma de contacto con la Semana Santa. Fue en La Roda de Andalucía, Sevilla, el pueblo de mi familia paterna. Pocos pero intensos son los recuerdos que guardo de aquella gran semana; reconozco que tengo que continuar apoyándome en las fotos que guarda con cariño mi madre para refrescar la memoria.

Aquella salida del Señor de La Roda, con las manos atadas, de noche, un Miércoles Santo. Silencio roto tan solo por el sonido de un tambor renqueante. Tal era el afán por no perderme ni un detalle de lo que estaba viviendo, que sólo pedía los brazos de quien fuese para alzarme y seguir fascinado con el rostro del Señor Cautivo. Rodeado de cuatro hachones que realzaban más si cabe su dolor, avanzaba lento, pues cientos eran los devotos que querían acompañarlo en procesión.

Otro gran momento vivido, quizás el que marcó mi pasión actual por los pasos de palio y la imagen de María Santísima, fue en la tarde del Viernes Santo. El paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno y el palio de la Virgen de la Esperanza, hacían estación de penitencia. Aquel encuentro de la Madre y su Hijo, el cortejo de nazarenos luciendo sus túnicas y capirotes acompañando a sus titulares, la carrera del paso de palio de la Esperanza en la calle Sevilla, el vaivén de sus bambalinas, la fe y la devoción de todo un pueblo, los gritos de apoyo a aquellos hombres, costaleros, rezando con sus pies... Son momentos inolvidables en mi retina y que no resurgieron hasta unos cuantos años después.

Y de la tierra de María, quiero viajar hasta Córdoba, especialmente a Cabra. Son tantas las anécdotas e historias que mi abuela materna me ha llegado a explicar de su devoción y fe hacia María Santísima de la Sierra, que necesitaríamos mil tardes como las de hoy para revivirlas todas.

Promesas a su Virgen de la Sierra, realizando el recorrido hacia el santuario de rodillas, pidiendo limosna para poder comer y sobrevivir siendo tan sólo una niña. Aquella foto que brilla en su dormitorio actual, delante de la Señora con lágrimas en los ojos, la recompensa era tenerla cerca... Es la pasión y la fe que me ha trasmitido, y sobretodo, lo que admiro de ella.

Es por ello que hace un par de años me animé a subir al Santuario, y contemplar la belleza de su mirada, de su manto color verde esperanza. La devoción de un pueblo entero esperando un año más para hacer “la bajá” con su patrona, alcaldesa perpetua de Cabra, orgullo de los egabrenses. Egabrenses que se expanden por toda España, y quiero resaltar la comunidad que hoy nos acompaña, representada por miembros de la joven pero competente Agrupación Musical Nuestra Señora de la Sierra, la Colonia Egabrense y la Cofradía de la Vera-Cruz de Santa Coloma de Gramanet. Muchas gracias por estar hoy aquí y difundir vuestra fe a la Señora.

Y volviendo a nuestra tierra, Barcelona, que si comienzo a hablar de la Semana Santa andaluza, me olvido de mi pregón... y no es cuestión.

Ya huele a cuaresma, huele a incienso y brilla la primavera. Ya huele a igualá y a ensayos, a costales ceñidos en trabajaderas. Ya huele a nervios y alboroto, ya suenan las primeras trompetas, “Caridad”, “Saeta”, “Costalero”, y un sin fin de marchas por excelencia. Ya huelen cirios, gladiolos, mantillas y peinetas; capirotes, nazarenos, ansiosos de penitencia. Ya huele a juras, besamanos, disfrutamos de María vestida de hebrea. Señores, señoras, cofrades de penitencia, ya huele a Semana Santa… ¡Que viva nuestra cuaresma!

Viernes de Dolores en Montcada y Mataró, arranca por fin una nueva semana de pasión. Bajo tan bella y devota advocación mariana, Nuestra Señora de los Dolores, dan comienzo sendas procesiones. Desde la parroquia de San Juan Bautista o la plaza de Santa María, no importa el lugar de salida, sino que luzca la belleza y el sufrimiento de una madre, de la Virgen María, en un barrio entregado en cuerpo y alma a sus titulares. Son las lágrimas que recorren su mejilla, el centro de atención de todos los habitantes, que con el corazón en un puño, no pueden ver sufrir a su Madre.

Toda mi fe y sentimiento al mundo cofrade, se lo he de confesar señores, pero se lo debo a la Cofradía que me abrió sus puertas y reflejó el dolor de nuestra Madre, haciéndome cumplir mi sueño, y el sueño de estar hoy aquí presente, pregonando a la juventud cofrade, y ésa es la Cofradía 15+1 de Hospitalet.

Me gustaría compartir con todos, la primera vez que sentí el peso sobre mi hombro del mejor remedio, remedio para todos los males. Primeros pasos racheando a la voz de nuestro capataz, Sr. Bejarano, guía entonces de la cuadrilla de la Virgen de los Remedios para la Cruz de Mayo. Los pelos, como escarpias, ahogándome con el sentimiento de una compañera costalera, que derramando lágrimas de sangre y fe, aún con la candelería sin salir por la puerta. Pesar, pa’ que engañarse, si sí que pesa, pero tal era la satisfacción de cumplir por fin mi sueño, que ni el dolor me lo niega. No necesitaba finalizar el recorrido, que con las primeras chicotás aun saliendo a la calle, ya confirmaba que no me había equivocado todo éste tiempo, pues ése era mi lugar, en la trabajadera.

Cada año, cada Semana Santa, con mi hermano y los amigos en el parque de los bloques de la Florida, se podía sentir el olor a incienso que recorría las calles, y el son de esos tambores que anunciaban la llegada del Señor, la Entrada en Jerusalén, la Entrada Triunfante en Hospitalet.

Intentando imitar aquellos redobles de tambor, recuerdo como me hacía con un par de palos y empezaba a golpear en las viejas papeleras metálicas del barrio. Al unísono de la banda, y al compás del Señor, eran mis pelillos los que se erizaban aún sin razón, intentando imitar aquellas marchas que interpretaba de forma magistral nuestra agrupación. Todas las familias, con sus hijos y las palmas que estrenaban con tanta ilusión, para acompañar a la Borriquita y al Señor.

Hospitalet, el Prat, Barcelona, Santa Coloma, Badia del Vallès, Castelldefels o Martorelles… muchas son las hermandades que dan el pistoletazo de salida a la Semana de Pasión, cientos son las personas que recorren las Ramblas de Barcelona hasta la calle Hospital, para bendecir su palmón, o la cantidad de niños que lucen alegres sus túnicas de hebreos, cosidas por sus abuelas con esmero y amor, deseando que llegue el día para ser los pies que lleven al Señor.

Éste día es nuestro, es el día de los jóvenes, de la juventud cofrade, de los niños que con entusiasmo levantan y agitan sus palmas al paso del Señor. Ya no hay vuelta atrás, estamos inmersos en nuestra semana grande. Arriba las palmas que ya entra el Señor, montado sobre un borrico, preludio de su pasión, bendiciendo a la comunidad cristiana, que año tras año lo acompañan en procesión.
Y será ya por la tarde, cuando el sol amenace con despedir el día y caiga la noche, que volveré a revivir una escena grabada en mi corazón. Hospitalet, calle Molino, decenas de fieles y devotos esperando con ojos lagrimosos a Nuestro Padre Jesús, Nuestro Señor Cautivo. Con el reflejo más desolador de su rostro, maniatado, de pié, y potencias en su cabeza representando a la divinidad en forma de tres rayos de luz, avanza al compás de “Cerca de ti, Señor”, inundando las calles con las más bellas notas interpretadas por su Agrupación. “¿Y porqué lo tratan así?”, se preguntan los más pequeños. La respuesta, y gracias a la formación del Sr. Taltavull, Obispo auxiliar de nuestra Diócesis, es fiel reflejo del evangelismo en calle: “Fue Judas hijo mío, que por 30 monedas de plata entregó y traicionó al Señor”.

Compartiendo tarde de Domingo de Ramos, es el desconsuelo de una Madre destrozada por el dolor de su Hijo, el que acompaña al paso de Nuestro Padre Jesús de las Penas. Con aire sevillano y del mismo barrio de Triana, pero con raíces de toda España, de costero a costero, marcando un buen izquierdo, o tan sólo sobre los pies, es lo que hará romper el silencio en el Salvador del Vendrell. Y por fin se abran las puertas para recibir el misterio del Señor de las Penas, penas que no andan solas, penas del cortejo de nazarenos, que con su hábito y capirote, anuncian el dolor a un pueblo entero.

¡¿Y quién es capaz de sofocar el dolor a un pueblo entero, al pueblo de Mataró?! No sufras Señor Cautivo, no sufras Nuestro Señor, que en la plaza de Santa María, esperándole tiene una legión. Un mar de llantos y rezos, nazarenos en alma y corazón, ellos son Señor Cautivo, sus nazarenos de Mataró.

Lunes Santo en el barrio del Polígono de San Pablo, Sevilla. Avenida Pedro Romero, Parroquia San Ignacio de Loyola. Impaciente espera su barrio, el destello y el sentimiento de sus ojos color verde esperanza, esperanza reflejada en el manto que lució por primera vez en Campana. No hay rostro en la ciudad más bello que el suyo, Rosario, mi Virgen de San Pablo, que bajo palio se hizo reina del Lunes Santo sevillano, que con fe y mucho trabajo, alcanzó la gloria de su barrio.

Por fin acompaña a su Hijo, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, pues el centro de Sevilla los espera para que reinen por muchos años. Que la belleza que recorre nuestra cuaresma, es fiel reflejo de un suspiro trinitario. Que la lluvia impida su estación de penitencia, no es dolor ni es amargo, sino que Sevilla está llorando, por ver de nuevo a su Cautivo y su Rosario.

No hay mes más bonito, que sea Octubre para su barrio. Participe fui en persona, y ante la Virgen juré reglas como hermano. Ni los nervios ni la distancia, hicieron mella en mi estado, pues la belleza que posee su rostro, no lo empaña ni el mínimo rayo de luz coronado, fiel espejo que la otorga como Reina de San Pablo.

Estos versos son mi pequeño homenaje a una hermandad que me cautivó a pesar de la distancia, y que me abrió sus puertas para disfrutar en todo momento de su humildad y elegancia. Muchas gracias al Hermano Mayor, Don Manuel, al Secretario, José Luis, al prioste, Pepe, a la familia García Poo, al cuerpo de acólitos y al grupo joven de la Hermandad.

Noche de Jueves Santo. El silencio se ha convertido en el protagonista de las calles de nuestra ciudad. La luz de las velas es la encargada de guiar el camino en la procesión. Nadie habla, nadie murmura, ni los más pequeños se atreven a decir palabra, pues dentro de sus túnicas, todo se olvida, todo se hace nada.

Repican las campanas en la Iglesia Mayor de Santa Coloma de Gramanet. Señal de duelo, preludio del dolor. Abran paso señores, que el Santísimo Cristo de la Vera Cruz avanza rompiendo el silencio de la noche. Noche iluminada por la agonía de su mirada, por el calor de la sangre que brota de su alma, por el cariño con el que lo mecen y derraman sus lágrimas. Y es su Madre, Nuestra Señora de los Dolores, que al vaivén de sus varales, agoniza al sentir como se le clavan los siete puñales.

Y reinó la Esperanza. Esperanza en Mataró por ver brillar a la Señora, con talento y elegancia. Porqué las manos que la retocaron, dejaron plasmada en su rostro el brillo de su alma. No llores, Esperanza, que tu pueblo te aclama, y bajo tu manto, decenas de costaleros por llevarte aguardan.

Espinas y sangre, en el largo y duro camino de la cruz. Vía Crucis, formado por catorce estaciones rememorando los pasos de Jesús camino a su muerte.

Y ya entran los primeros rayos de luz por mi ventana... ¡Por fin es Viernes Santo! La Madrugá va conociendo el frío de la mañana, la noche más larga y esperada del año, y comienza un duro día de recompensas y halagos. Faja, alpargatas, costal, mi medalla y rosario... Todo listo y preparado. Date vida costalero, que tu Virgen te está esperando.

El Nazareno ya en la Bóbila, los primeros aplausos va arrancando; con la ayuda de su cirineo, la cruz, va portando. De costero a costero, y las alpargatas, arrastrando. “Que no se mueva ni un clavel”, su capataz va mandando. Su rostro refleja la pena, la sangre brota de su cabeza, por mil espinas convertidas en dolorosa condena. Que el Rey de Hospitalet ya avanza, que el Rey de Hospitalet no cesa, bajo un mar de lágrima y plata, su bendición es la que navega.

Es el momento de nuestra cuadrilla, Sr. Pepe, de la cuadrilla de la Virgen de los Dolores. Entrar costaleros, sentir ese pellizco en vuestros corazones, pues no hay estampa más bonita que estar frente al palio de la Virgen de los Dolores. El silencio es el único protagonista, la candelería la luz de su alma, el incienso vuela alrededor de su palio, y las flores la engalanan… no hay momento más emotivo, que los minutos previos a su llamada, pues cientos son los rezos que tus costaleros derraman.

Fue mi padre quien me enseñó el camino, y de su mano vengo cargando. Orgulloso debe estar, de verme bajo tu manto, en el cual se puede leer que eres Reina del Cielo, que eres la Madre de Dios, que razón tienen, mis Dolores, si por ti muero yo.

La nostalgia inunda las calles, la añoranza vuelve a brotar, entre cientos de emigrantes que la acompañan, sola no la quieren dejar. Sevilla, Huelva, Málaga y Cádiz, Jaén, Córdoba, Granada o Almería ciudad, Extremadura, Galicia, Madrid, Zaragoza, Valencia, Castilla y un largo camino por nombrar… no importa el origen ni el destino, sólo poder volver a disfrutar, de la pasión que un día quedó a lo lejos, no menos olvidada está, pues en Barcelona se revive esa emoción cofrade, en su gente reflejado está.

Que por avenida Masnou iremos clavados, que nuestro hombro estará agonizando, no sufras Nuestra Señora, que nos duele más verla llorando. Bajo un mar de lágrimas y rezos, meceremos más su palio, que no hay forma más bonita, que entregársela a su barrio. Un barrio que la espera, con ansia y piropeando, y es por ello que le dedico, con el arte trianero y del mismísimo Altozano: “¡Viva la belleza bajo palio!”.

Envuelto aun en la emoción, me dirijo hacia la casa que hoy acoge mi pregón. Es la casa de Nuestra Señora de las Angustias, Angustias que me robó el corazón. Buenos amigos fueron los culpables, de la pasión que te debo hoy. Y es por ellos, Señora, que somos los pies que te llevan con amor.

Ya comienzan los ensayos, crujen las trabajaderas, Antoñito, el prioste, cuida su paso como si de oro fino fuera, costales ceñidos al cuello, costaleros arrimándose a la madera, y enfajado por nuestros amigos Montero o Estepa, ya no hay peligro de quiebra; tras el bocadillo que nos prepara nuestra Merche, la “jefa”, que de la cama se cae a la iglesia, pues no existe mejor casa en cuaresma, que a tus pies todos te veneran.

El luto se apodera de San Jaime y las mantillas formando fila esperan, de negro, riguroso, en sus manos la penitencia; tu cuadrilla de costaleros, que con arte y fe esperan, a la llamada de su capataz, que es su guía y es su estrella, racheando nuestras alpargatas, le queremos demostrar, que Angustias, sólo hay una, y reina por su humildad. De rodillas la sacamos, ya no existe el dolor, una saeta la recibe en la puerta, imposible aguantar la emoción, de ver en sus brazos divinos, al Santísimo Señor.

Madre de la Misericordia,
Madre Virginal,
Madre que descendió a su Hijo, del cielo a un pedestal,
Madre Poderosa,
Madre Penitencial,
Madre Milagrosa,
Madre Cuaresmal,
Madre de todas las Madres,
Madre Terrenal,
Madre, Angustias Madre,
Madre Celestial.

Es en la Catedral de Barcelona, donde se producirá el encuentro de la pasión. El Gran Poder reinando, llega a toque de tambor. Le sigue su Madre, Esperanza y Reina del Cielo, agonizando de dolor. No llores Macarena, que eres luz y reflejo del amor, que los que condenaron a Nuestro Padre, pagarán por su traición.

Y es a cientos de kilómetros, que compartimos advocación. No me quiero olvidar de ti, flor sevillana, Macarena, que por calle Resolana avanzas con elegancia y esplendor. Que tu gente y tu arco te esperan, la noche se ha convertido en clamor, deseando verla de cerca, revivir la ilusión. Que un año nos espera, para verte de nuevo Señor, que no exista Sentencia ni pena, que con orgullo, Sevilla, os lleva en el corazón.

Bajo palio, y con el barrio de Llefià totalmente entregado, hace estación de penitencia Nuestra Señora de la Soledad, que avanza sin descanso. Es noche de luto y escalofrío, que tras la muerte de su Hijo, imposible será negarle el llanto. Porque es su rostro, inclinado, que refleja su belleza desde el lado más amargo. Amargura que se expande, a las notas que le van tocando, pues las marchas que ella lleva, son dignas de un Viernes Santo, porque fue verla en su capilla, e impregnarme de su encanto.

A Sant Cosme la llevaron, su destino era la penitencia, de una joven hermandad de barrio, que luchando dejó su huella. Brillará otro Viernes Santo, con el destello de su saya, gloria bendita cordobesa. Y no por ser menos grandes o exhuberantes, faltaréis hoy en mi puño y letra. Que si no se solaparan nuestras procesiones, tenerlo por seguro que el Prat contaba con mi presencia. Pues no hay forma más bonita, que agradeceros vuestra gentileza.

Agonía en Sant Boi, Paz en Castelldefels, Nazareno en el Vallès o Expiración en Hospitalet… que bonito conjunto para completar el Viernes Santo que todos estamos esperando. Vamos a darle vida nosotros, los jóvenes, nos necesitan en nuestra hermandad, pues Barcelona tiene arte y soberanía señores, no nos dejemos eclipsar.

La soledad de María protagoniza otro Sábado Santo más. Soledad después de acompañar el cuerpo yacente de su Hijo al Santo Sepulcro, soledad acompañada del apóstol San Juan. Soledad en los altares, desnudos, con sus llamas a punto de apagar.
Soledad que avanza en la plaza de la Bóbila, detrás del Santo Sepulcro de su Hijo. Despacito, a paso lento, muy suave costaleros, que el Señor muerto va. Son las rosas que brillan a los pies de su féretro, la única fuente de vida y olor de todo el cortejo, unas, adornando la vida, y otras, adornando su lamento. Son las marchas fúnebres que suenan, las únicas culpables de romper el silencio. Silencio de una noche alumbrada por un cirio nazareno, de aquel niño que soñaba con acompañar a Cristo en su anhelo, y es ahora, llorando, embriagado en su recuerdo, que avanza cabizbajo, el capirote es su consuelo.

Dolor en la imagen mariana de Castelldefels, que no puede evitar las lágrimas a la salida de su templo, pues no hay dolor más grande, que revivir el Santo Entierro.

Soledad, Soledad que derrama sus lágrimas sobre su cuadrilla de costaleras, porque es en Mataró, donde ellas desean hacerla reina. Es Cristo yacente, que a su paso va dejando huella, la huella de las heridas, que una Cruz fue testigo de ellas.

¡Domingo de Gloria! ¡Domingo de Resurrección! Que gran día para nuestra fe, la fe cristina, pues el Señor resucitó. Dejó atrás el infierno y la muerte, el dolor de su crucifixión. Ya no existe la pena ni el desconsuelo, todo son lágrimas de emoción.

Al verlo resucitado, con la mano alzada avanza con amor. Es su Madre, Nuestra Señora de los Remedios, brillante y elegante la aclaman con fervor. Olviden aquellos clavos, la corona que lo torturó, hoy sólo queda la alegría, disfrutemos del Señor.

Quizás sea la procesión más dura, la despedida, lo peor. No quiero pensarlo mucho, que aún nos queda un buen tirón. Y en la plaza de la Bóbila, el encuentro sucedió, de una madre poderosa, que a su hijo recuperó. Las cuadrillas de costaleros, compartimos la devoción, nadie la quiere en el suelo, al cielo y con amor.

Y con unos bonitos versos de un buen amigo cofrade, Manuel de Amantes, y que brotan del corazón:

“¡ Ay! Virgen de los Remedios… remédiales su dolor. Hazle su carga más leve, y échales tu bendición”

Bueno señores, hasta aquí llegó mi sermón. Espero que hayan compartido todas las emociones y vivencias que recuperé gracias a éste pregón. Que fue bastante dura la idea de plantarme delante de un público, y pregonar mi pasión, los que bien me conocen ya saben como soy.

Agradecerles a la Agrupación Musical Cofradía 15+1, pues sin ellos hoy no habría sonado mejor, y felicitarles sobretodo por esta gran evolución. A mis hermandades, Nuestra Señora de las Angustias, Cofradía 15+1, y al Polígono de San Pablo, que sin ellas no estaría donde estoy. A la Hermandad de las Angustias, que con su titular mariana, ha brillado más si cabe el Altar Mayor para la ocasión. A la Parroquia de San Jaime, que nos ha abierto sus puertas otro año más para realizar el pregón; a nuestro Diácono, Mn. Manel, a nuestras Hermanitas del Cordero y a la Hermandad vecina, Nuestra Señora del Rocío de Barcelona. Al Presidente del Consejo, Don Manuel Zamora, pues me brindó su ayuda y disposición en todo momento, como lo hicieron todos aquellos buenos amigos que he ido conociendo en el camino, Tony, Rubén, Blas, Rafa, Manu, Eli, Samuel, Mario, Isidro, Jorge, Sergio, Harold, Fran, José, Estela… y un largo etcétera.

Pero sobretodo… quiero agradecerle a mi familia por su atención y educación, por estar hoy acompañándome en mi primer pregón, y en especial a mi mujer, Ester, pues ella es la persona que carga mi cruz con amor, que es mi luz y mi pasión, y que es en su interior donde actualmente sigue creciendo, Lucía, la llama que nos empuja a vivir con ilusión.

Y como dice nuestro capataz, Sr. Bejarano, al cuál admiro por su gran labor y profesión, me despido con una mítica frase suya, y que termine ya este pregón:

“Olé los costaleros que saben llevar a su Madre”

He dicho

Descargar el documento en PDF